Como hemos comprobado a través de su proceso creativo, la síntesis y la apertura marcaron la trayectoria de Sempere. Desde este presupuesto, entramos en su última etapa como creador, una etapa de extremada sutileza.
Las tablas y carpetas realizadas durante los primeros ochenta, mientras aún es capaz de pintar, alcanzan una gran perfección formal.
Ahora mismo estoy estructurando menos que antes: mi manera de pintar se aleja de esta época: Camino hacia las degradaciones de color, muy suave, basándome siempre en una pequeña estructura. Si no, el cuadro no tiene subsistencia…
…Empiezas a hacer mezclas y no acabas. De cualquier forma yo manejo con frecuencia el azul, los ocres, y últimamente me ciño al gris.
El correo gallego, 7/3/1979
En el libro Arte Contemporáneo y sociedad, 1980, declaró:
He pasado últimamente por varias etapas. Ha habido momentos líricos en que las formas se han disuelto casi en puros colores. En otros momentos he pensado que tenía que hacer marcha atrás , reestructurar las formas. A estas etapas corresponden cuadros bastante esquemáticos.
Últimamente pienso que no debo pedir parecer a nadie y pienso hacer lo que quiera.
Mis últimos trabajos son una serie de módulos, a los que no llamo esculturas porque no soy escultor y el concepto de la escultura es muy serio. Son temas tratados en tres dimensiones, empleando las sensaciones materiales en oscuro o claro, el cromado que refleja la luz: uno de mis grandes problemas ha sido el del empleo de la luz lo mejor
posible, la exaltación de la luz.
Así pues, Sempere continua su trayectoria sin grandes variaciones hacia una mayor desmaterialización de los elementos que articulan su pintura: las líneas y sus colores. Por contraste, las esculturas que diseña sostienen en sí la paradoja de aunar lo sutil y lo rotundo del metal.
En la entrevista de El País de las Artes de 8/3/80 Sempere manifiesta una conclusión, un ajuste de cuentas, el resultado de una revisión y, quizá por ello, la intuición de un fin:
….Si, siempre desee ser un gran pintor. Y resulta que he visto clarísimo que no lo soy. Eso me aterra. Porque yo, de verdad, he puesto cuanto estaba de mi parte; pero me doy cuenta que no he sido un elegido….
…Lo que si reconozco es que mi pintura es bastante honesta. O sea, que es el resultado de haber hecho simple y honestamente cuanto he podido. He cumplido con dignidad eso que, en una representación teatral, se le encomienda al actor de tercera fila. Sin más.
Sempere tenía conciencia de haber llegado a un límite; solo podemos especular cómo habría sido su pintura de haber tenido una vida más larga. ¿Qué rumbo hubieran tomado sus pinturas?. Durante los primeros-últimos años expresó, en alguna ocasión, nostalgia por la figuración, por plasmar aspectos de la realidad concreta que le provocaban admiración, por ejemplo, el vestido de Isabel II que lució el actor José Luis Pellicena en un estreno teatral de aquellos años.
La Exposición Antológica del pintor en las Salas de Exposiciones del Patrimonio Artístico que reflejaba 34 años de trabajo, parece sincronizada con la conclusión de su proceso creativo.
Sempere resumía así toda su trayectoria en esa exposición:
En la muestra parto de esquemas muy construidos para después hacer intervenir el movimiento ilusorio y, mas tarde, el movimiento real. En mi etapa española experimento influencias de paisajes, a través de recuerdos y, por último, entro en una época de fusión entre formas geométricas estrictas entrecruzadas en las que hago intervenir la luz.
ABC, 7/3/1980
Posteriormente, dos obras cumbre: Canto espiritual de San Juan de la Cruz y Las cuatro estaciones, título que paradójicamente corresponde a su primera y su última carpeta serigráfica.
Un artículo publicado en Pueblo, en Mayo de 1980 sintetiza las cualidades de su pintura:
Sensible y sabia, en un acorde perfecto de inteligencia emocionada. …fundidos intuición y razón en una sola ánima.