Desde su regreso a España, Sempere había utilizado el paisaje como referencia -prácticamente exclusiva- para sus cuadros. La carpeta de Las Cuatro Estaciones representa la madurez en esta línea temática y, a la vez, el exponente claro del momento que está atravesando: profundizar sobre las posibilidades del color en detrimento de las formas geométricas.
Esta carpeta -con textos de Laín Entralgo– fue realizada con motivo de la exposición en la galería Juana Mordó de Madrid en 1965 y, tal y como Fernando Silió expresó en Sempere, obra gráfica: «fue un gran éxito de crítica, público y ventas».
Se trataba también de su primera carpeta serigráfica ya que, hasta este momento, solo había realizado -junto a Abel Martín– carpetas para otros pintores: Lucio Muñoz, Vazquez Díaz, Redondela, Ochoa…, a partir de ahora, Martín y él, van a reproducir solo serigrafías propias.
«En Paris, gracias a un tocadiscos que le prestó Salvador Vitoria, oía el único disco que tenía «Las cuatro estaciones», de Vivaldi. Como el dice,
es posible que en alguna ocasión pasase por mi mente el deseo de plasmar esa música en mi pintura.
El tema de Vivaldi resultaba sugestivo por la luminosidad de la atmósfera en cada estación del año. Eso podía prestarse para la serigrafía y sin estar muy seguro de lo que conseguiría, inició la realización de la carpeta. Encontró más problemas de los previstos, pero se volcó en su tarea y al cabo de varios meses la vio terminada. Los textos que acompañan a la serigrafías son de Laín Entralgo».
Fernando Silió. Sempere, obra gráfica. Catálogo razonado 1982.
Durante estos años realizará dos carpetas más: en 1967, Album Nayar y, en 1969, De cuando Góngora estuvo en Cuenca.