Abrimos esta sexta etapa en el proceso creativo de Sempere sincrónicamente con su segunda exposición individual en la Galería Juana Mordó de Madrid. En el catálogo de dicha exposición aparece un extracto del libro de Vicente Aguilera Cerni –Iniciación al arte español de la postguerra– en el que sitúa a Sempere dentro del contexto del arte español:
«…antes de ver los efectos de la alternativa realista, es preciso considerar a los otros cultivadores de un arte formalista y visibilista, fieles a la normatividad de esta corriente que bien puede ser llamada «el primer gestaltismo español». Entre ellos (con omisiones necesarias para no convertir este ensayo orientativo en un tedioso catálogo de apellidos) posee lugar preferente, por derecho propio, Eusebio Sempere. Sin duda, Sempere ha sido -y sigue siéndolo- una de las figuras clave del nuevo arte español, por ser uno de los primerísimos introductores de la no figuración en el arte de la posguerra, por la coherencia de su ciclo evolutivo y por la depurada cualidad estética de su obra. Temprano realizador de «relieves luminosos móviles», hizo bellos ingenios electromecánicos con clara noción de posibilidades de un arte tecnológico; sus obras estéticas bidimensionales han logrado hermosos análisis de las relaciones entre simetría y ritmo, así como sus trabajos tridimensionales, donde se logra una imagen-espacio que se configura (inmóvil o en movimiento) en función puramente visual…»
En la entrevista realizada en el ABC del 15 de Octubre del 72 con motivo de dicha exposición, Sempere habla sobre el momento artístico que está atravesando:
A partir de mis últimos trabajos de mi última exposición he seguido investigando muy lentamente. Tengamos en cuenta que han pasado veinte años y poco a poco he ido adoptando las posibilidades de nuevos materiales, como ha sido el hierro, el acero y las posibilidades de los cromados cuyos efectos de luz con sus problemas me han interesado siempre.
En esta exposición hay dos aspectos: uno pictórico porque siempre me interesa mucho la pintura basada en formas muy simples que hago vibrar en la superficie en dos dimensiones, con gradaciones, empleando gamas ocres y sienas o azules y violetas para producir un efecto óptico o de vibración. Parece que el efecto es, además, lírico, intuitivo, es decir, que se escapa a mi planteamiento del cuadro.
El segundo aspecto es el escultórico: al desdoblarse las formas en el espacio es cuando el movimiento adquiere su dimensión real y física…
La búsqueda más importante que se advierte en toda la Exposición es el deseo de captar la luz en todas las dimensiones.
En realidad, esto son unos ensayos. Mi ideal sería abarcar grandes espacios aprovechando la luz del sol, incluso la oscuridad de la noche.
Continua produciéndose en Sempere la paradoja de tener que presentarse ante el público dentro de una casilla que defina su tendencia pictórica y, a la vez, eludir todo dogmatismo en su pintura:
El cinetismo pictórico no tiene, prácticamente, fin. Pero no soy demasiado cinético en pintura. Huyo del agotamiento. No creo en la limitación de la técnica del óleo y del pincel. Ahí está toda la Historia del Arte para corroborarlo. Sigo teniendo fe en mi manos, en mi sensibilidad, y creo en la pintura. Tanto me interesa Piero della Francesca como Miró.
Sempere. Gazeta del Arte. 30/01/1974.